La creciente urbanización del país ha traído consigo una progresiva migración de la población indígena joven a zonas urbanas en búsqueda de mejores oportunidades de formación profesional y económicas, con la consecuente pérdida de identidad, lengua y tradiciones culturales y, por tanto, una paulatina desvinculación de su territorio y organizaciones.
Esta problemática afecta también a los pueblos indígenas Tacana, Leco de Apolo, T'simane, Mosetene y Pukina, y pone en riesgo los avances logrados en la gestión territorial y sus beneficios para asegurar medios de vida sostenibles a las comunidades. Es por ello fundamental dirigir la atención a las nuevas generaciones para reducir esta migración y, por ende, la pérdida de la cultura, mantener la cohesión territorial y proteger una zona de importancia mundial por su alta biodiversidad y funciones ambientales esenciales.