Conservar las plantas del Madidi es fundamental.
Son la base de la cadena alimenticia,
mantienen los ecosistemas,
los bosques, el agua y la vida misma.
Tras recorrer un gradiente altitudinal que va de los 194 a los 5.300 metros de altura, los investigadores de flora y vegetación de la expedición científica Identidad Madidi: Freddy Zenteno, David Villaba y Laura Moya, botánicos del Herbario Nacional de Bolivia, identificaron 460 registros nuevos en 15 sitios de estudio (2015-2017), completando así un total de 5.535 especies confirmadas para el Parque Nacional Madidi.
Esta riqueza de especies representa el 40 % de las plantas del país y destaca a esta área protegida como la primera con mayor diversidad en el mundo, comparada con otras áreas protegidas cercanas a la línea del Ecuador.
De los 460 nuevos registros realizados, 32 son nuevos para Bolivia destacando las familias Orchidaceae (10 especies), Asteraceae (3 especies), Fabaceae (2), Lauraceae (2) y Myristicaceae (2); asimismo 98 son candidatas como especies nuevas para la ciencia. Entre ellas están presentes los géneros Clusia, Cyrtochilum, Lycaste, Macrocarpea, Maxillaria, Ocotea, Persea, Vanilla, entre otros).
Los sitios de estudio fueron seleccionados en zonas aún poco exploradas o de difícil acceso, pero que tienen un gran valor para la conservación. La experiencia de viaje fue extraordinaria por el descubrimiento de paisajes únicos y diversos. El descenso por la cordillera andina, las altas montañas, las serranías con pendientes pronunciadas y los valles andinos hasta su encuentro con la Amazonía, dan una idea de la dimensión y del territorio investigado.
La metodología de trabajo se basó en el muestreo de parcelas de tipo Gentry, líneas de intercepción, y numerosas colecciones libres, explica Freddy Zenteno. Así se determinaron las características biológicas y ecológicas de las comunidades vegetales; con ayuda de claves especializadas, especímenes de referencia de herbarios y consultando a especialistas nacionales e internacionales.
La mayor diversidad de plantas se manifiesta en los bosques amazónicos y en los bosques montanos. Los primeros comprenden un complejo de formaciones boscosas (bosques ribereños, de tierra firme, de galería, inundables, asociados a sabanas). Tienen la mayor diversidad de especies arbóreas, algunas de gran porte, como la castaña (Bertholletia excelsa), de hasta 45 m de altura, y el almendrillo (Dipteryx odorata), que puede llegar a medir 30 m. Una especie representativa es la chirimoya (Unonopsis floribunda) y existe una gran diversidad de especies de palmeras, como el asaí (Euterpe precatoria), la palma real (Mauritia flexuosa), motacú (varias especies de Attalea), copa (Iriartea deltoidea), pachuba (Socratea exorrhiza), entre otras.
En los bosques montanos húmedos o yungueños existe la mayor diversidad de especies herbáceas, como bromelias, helechos y orquídeas. Entre los arboles destacan especies poco conocidas como Magnolia madidiensis, el copal (Protium montanum), los bambúes (Guadua spp.), especies de laureles y mirtáceas entre otros; sobresalen los helechos arbóreos (Cyathea y Alsophila) y algunas especies de palmeras como la palma ramos (Ceroxylon parvifrons) y la tola (Dictyocaryum lamarckianum), entre otras. También alberga el árbol de incienso Clusia pachamamae, una especie endémica del norte de La Paz utilizada tradicionalmente en ceremonias y rituales.
En los bosques montanos secos destacan árboles que pierden su follaje (caducifolios), como la wilka (Anadenanthera colubrina), el jacarandá (Holocalyx balansae y Machaerium nyctitans), los cactus arborescentes del género Cereus; un helecho epifito corona del rey (Platycerium andinum) y los árboles abombados (Cavanillesia y Ceiba).
El bosque de ceja de monte representa la última línea boscosa con elevadas pendientes donde se desarrollan árboles pequeños a medianos de forma retorcida como un bosque encantado cubierto por musgos, líquenes y pequeños helechos. En el páramo yungueño prevalecen las gramíneas de gran porte, principalmente del género Festuca y Jarava. Aislados, y en la última línea del bosque yungueño, se encuentran bosquecillos de keñua (Polylepis spp.), amenazados a nivel continental.
En cuanto a la zona de vegetación altoandina, que comprende montañas altas, extensas mesetas y lagunas, predominan arbustos dispersos, pajonales y plantas en forma de rosetas. También se desarrollan bosquecillos de keñua (Polylepis spp.) y bofedales asociados a cuerpos de agua.
A lo largo del estudio, destacaron las familias de palmeras por su abundancia e importancia, por ejemplo, la familia Arecaceae, que representa el 14,61 % de los registros en cuanto a número de individuos. Especies como la palma real, el majo, el asaí, el motacú, el cusi y la pachiuba son importantes por brindar beneficios a las comunidades locales. Su presencia indica una mayor disponibilidad de recursos alimenticios para una variedad de aves y de mamíferos, como venados, chanchos silvestres, tapir, que cumplen funciones importantes como dispersores y polinizadores.
Debido a su belleza, por sus flores de diversos colores y su importancia ecológica, las orquídeas son una familia de plantas significativas. Vainilla pompona tiene mucho potencial, así como otras especies del mismo género, al borde del río Heath, en la transición del bosque a la sabana. “La palma real es uno de los mejores hospederos de la orquídea del género Vanilla,” explica Zenteno. Otro dato relevante es que el 21 % de las orquídeas registradas en Bolivia se encuentra en el Madidi.
Los bosquecillos de keñua, que crecen en las laderas de montaña y quebradas, son formaciones únicas y hábitats valiosos para numerosas aves como el cachudito pechicenizo (Aneiretes alpinus), especie endémica de estos bosques. Se registraron cuatro especies de keñua: Polylepis pepei, P. sericea, P. triacontandra y P. pauta. Estos bosques andinos son los más amenazados del mundo.