Las aves de Madidi representan el 71 % de las aves
de Bolivia y cerca al 10 % de las aves del mundo.
Durante la expedición científica Identidad Madidi (2015 y 2017) se registraron 773 especies de aves, la mayor parte en el Bosque Amazónico del Heath y en los bosques del piedemonte amazónico del alto Madidi y del alto Hondo. De estas, 41 son nuevas para Madidi y dos además son nuevos registros para Bolivia. Con este aporte Madidi confirma hasta la fecha un total de 1.028 especies de aves.
La visita a 15 sitios de estudio, en distintos pisos altitudinales del área protegida, se realizó desde las sabanas de tierras bajas (Pampas del Heath) hasta los pies del nevado Chaupi Orco (Chokollo), abarcando el bosque amazónico, el bosque montano, las sabanas de montaña, el bosque de galería y el bosque de Polylepis, entre otros.
Víctor García Solíz, investigador de la Asociación Civil Armonía, que participó en la expedición, señala que se observaron especies muy carismáticas como el atrapamoscas real (Onychorynchus coronatus). “Tiene una cresta única en su tipo, en forma de abanico, cuando la despliega expone unos colores iridiscentes impresionantes que no se olvidan”, afirma.
También están el gallito de las rocas o tunki (Rupicola peruvianus), típico de la zona de los Yungas; el chorlo cordillerano (Phegornis mitchellii), una especie muy rara que habita en los arroyos y bofedales altoandinos, y el picoplano cola rufa (Ramphotrigon ruficauda), una especie de atrapamoscas.
De las 41 nuevas especies para Madidi, la mitad fueron obtenidas en la región altoandina (Puina-Keara y Chokollo); 4, en el bosque del Heath; 3, en Sarayoj; 3, en Alto Madidi; 2, en San José; 2, en Isañuj; 2, en las pampas del Heath; y una, en cada uno de los sitios restantes, con excepción de Hondo y Cargadero.
Una de las familias de aves con más nuevos registros para Madidi es la de los horneros (Furnariidae), con 12, la mayoría de la zona altoandina; seguida por los atrapamoscas (Tyrannidae), con 3 nuevos registros para Madidi.
“La expedición llegó a lugares recónditos, donde no había registros previos, ni en publicaciones, ni en listas, como en Puina y Chokollo. Antes de la expedición, las investigaciones de aves estuvieron enfocadas en los Yungas y, sobretodo, en la Amazonía”, explica el investigador.
Muchas especies fueron reconfirmadas, asimismo gran parte de las especies altoandinas tienen nuevos registros altitudinales, por encima de los 5.000 m s. n. m.
Las dos especies nuevas para Bolivia fueron identificadas en el bosque montano yungueño: una es el saltarín azabache (Chloropipo unicolor), que era solo conocido en Ecuador y Perú, y que ahora ha sido registrado en Mamacona. Otra es un nuevo hormiguerito (Herpsilochmus sp. nov. Inambari-Tambopata), observado en Sarayoj, que anteriormente había sido registrado en Puno, Perú. Ambas especies se encuentran en proceso de descripción.
García menciona además una especie que no es nueva, pero sí muy difícil de observar: el cuco terrestre de vientre rufo (Neomorphus geoffroyi), conocido localmente como el k’uchipisqo o correcaminos, registrado gracias a las cámaras trampa.
El registro de las especies se realizó en transectos abiertos en lugares recónditos. Allí se registraron a todas las especies de aves que se observaron o escucharon a lo largo del trayecto, para elaborar una lista; también se usaron redes de niebla para capturar algunas especies difíciles de encontrar, como el saltarín azabache.
“El instrumento fundamental de todo ornitólogo son los binoculares y el oído. También la grabadora de sonidos que registra el canto de las aves, el GPS y la libreta de campo; además, contamos con guías de campo que nos ayudan a identificar las especies, sobretodo la Guía de Campo de las Aves de Bolivia (2016) que ilustra la gran diversidad de aves que tiene el país, con sus 1.440 especies”, comenta García.
El Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi es un reservorio de avifauna único en el mundo por la variedad de pisos ecológicos y hábitats que presenta. Sin embargo, esta riqueza enfrenta amenazas, como el avance de la frontera agrícola, el desmonte de bosques mediante la quema, el cambio climático, la caza ilegal y la minería.
Entre las especies más vulnerables o amenazadas, según la UICN, están la palkachupa (Phibalura boliviana), endémica de Bolivia. Existe solamente en el departamento de La Paz, en la zona de Atén, Apolo, y está catalogada como En Peligro (EN). Otra especie es el hormiguerito lomo amarillo (Euchrepomis sharpei), que también está En Peligro (EN) debido principalmente a la pérdida de hábitat por la deforestación. Ambas especies tienen una distribución muy restringida y poblaciones pequeñas.
“En la zona altoandina existen dos especies emblemáticas amenazadas, con poblaciones muy reducidas, y que fueron observadas en los bosques de Polylepis: el torito pecho cenizo (Anairetes alpinus) (EN), con menos de 300 individuos, y la remolinera real (Cinclodes aricomae), con menos de 100 individuos”, afirma García.
Las aves están presentes en todos los tipos de hábitat, desde los desiertos más bajos hasta las montañas más altas, indican el estado de salud de los ecosistemas y de la biodiversidad, por lo que funcionan muy bien como bioindicadores del hábitat. Cumplen funciones ecológicas importantes, como la polinización y la dispersión de semillas, contribuyendo a la regeneración natural de los bosques; sirven de control biológico de los insectos y también de algunas especies de anfibios y roedores. Además, llaman la atención por su atractivo y colorido plumaje atrayendo a turistas de todo el mundo, interesados en el aviturismo. “Esta actividad en Bolivia aún está muy pobremente desarrollada, a diferencia de Colombia o Perú, donde muchas comunidades indígenas o campesinas viven de ella”, concluye García.
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