El censo de vicuñas 2022, realizado en el Área Natural de Manejo Integrado Nacional (ANMIN) Apolobamba entre el 30 de junio y 1 de julio, mostró una tasa de crecimiento de la población del 11,58 % respecto a 2021. Esto refleja el trabajo de protección de los guardaparques y el compromiso de las comunidades con el manejo y conservación de esta especie.
“Este crecimiento es resultado del esfuerzo de protección, control y vigilancia de las vicuñas, de los guardaparques, del directorio regional, del directorio de las comunidades y de las comunidades en general. Todos ellos consideran que se debe cuidar y proteger a las vicuñas como algo propio y que su manejo adecuado les genera beneficios”, explica Humber Alberto, Responsable del fortalecimiento de capacidades en aprovechamiento integral y monitoreo de la vicuña en WCS.
Durante la actividad se registraron 15.278 individuos, es decir 1.586 más que en 2021. En el conteo realizado en las 8 zonas de censo, participaron los guardaparques del área protegida y representantes de las 18 comunidades manejadoras, todas ellas organizadas en la Asociación Regional de Comunidades Manejadoras de Vicuñas de Apolobamba (ARCMVA).
Socialmente, las vicuñas están organizadas en grupos familiares (grupos territoriales conformados por un macho, una o más hembras y sus respectivas crías), tropillas de machos (conformadas por machos jóvenes que pueden ser grupos numerosos de hasta más de 100 vicuñas) y vicuñas solitarias (normalmente vicuñas enfermas o muy viejas). Durante el censo se registraron también individuos no diferenciados, es decir que no se identifican, a simple vista, como hembra o macho, por sus variaciones en la fisonomía externa.
Los resultados de distribución poblacional fueron muy similares a los obtenidos en el censo de 2021, un 59 % son grupos familiares, 38 % son tropillas de machos, 1 % vicuñas solitarias y 2 % son no diferenciadas. Por otra parte, la estructura familiar de las vicuñas está formada en un 60 % por hembras (madres), 26 % crías y 14 % machos (jañachos o reproductores). Entre otros resultados destaca la vitalidad de las crías de vicuñas (madres con crías vivas al momento del censo), la cual fue de 43%, es decir 5% más respecto al censo 2021. Asimismo, se identificó que la relación de vicuñas familiares es de 1 macho por cada 4 hembras, en promedio, proporción que garantiza una buena reproducción y, por ende, el crecimiento de la población de vicuñas.
El fortalecimiento de las capacidades locales, previo al censo, fue un componente esencial que permitió motivar a las autoridades, comunarios y guardaparques a llevar adelante esta actividad y todo el proceso de conservación y aprovechamiento sostenible de la vicuña.
Durante esta actividad también fue posible observar, a distancia, vicuñas con lesiones notorias o avanzadas de sarna, identificando una baja presencia de esta enfermedad: “De un total 15.278 vicuñas registradas, solamente 52 tenían sarna visualmente observable, esto significa un 13% menos respecto a los datos encontrados en la gestión 2021”, indica el informe técnico. Estas estimaciones orientan la magnitud del problema en la población, que en este caso es baja (0,34%). El grado de prevalencia de la sarna se podrá contabilizar con mayor precisión durante las actividades de esquila.
Desde el inicio del proceso de conservación y aprovechamiento de la fibra de vicuña (1998), esta actividad es liderada y supervisada, a nivel nacional, por la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas; en áreas protegidas participa el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP), a través del personal técnico y de protección, en este caso del ANMIN Apolobamba. La coordinación local con las comunidades manejadoras de vicuñas está a cargo de la ARCMVA. También participan representantes de los Gobiernos Autónomos Municipales de Pelechuco, Curva y Charazani. Wildlife Conservation Society, brindó el apoyo técnico y gran parte del soporte económico proveniente de la Fundación Laguntza y del Programa Legacy Landscape Madidi, financiado por el Legacy Landscapes Fund (LLF) y la Fundación Moore.
Fotografía: Humber Alberto /WCS