El pez dorado (Brachyplatystoma rousseauxii), pese a ser una de las especies de peces amazónicos con mayor riesgo de extinción en la Amazonía por diversas amenazas, continúa reproduciéndose en la cuenca del Beni. De acuerdo al estudio publicado en la revista Neotropical Hydrobiology and Aquatic Conservation (2022), el análisis realizado en 70 subcuencas identificó 22 posibles sitios que reúnen las condiciones para el desove de esta especie, que deben ser priorizados.
“La identificación de estas zonas permite planificar esfuerzos de monitoreo con enfoque de ciencia ciudadana para confirmar la reproducción del dorado y ayudar a generar información que ayude a evitar su extinción en la cuenca Madeira”, explica Guido Miranda, Coordinador de Manejo de la Vida Silvestre en WCS y autor principal del estudio.
Los peces migratorios amazónicos recorren grandes distancias para llegar a sus zonas de reproducción y desove, de manera particular el pez dorado llega a más de 8.000 km. En la cuenca del Madeira este ciclo se ve interrumpido por la pérdida de conectividad ocasionada por las represas de San Antonio y Jirau, desde 2011, que provocan el aislamiento de las poblaciones de dorado, impiden que los preadultos lleguen a las zonas altas donde se reproducen.
Utilizando información hidrológica y topográfica de las unidades de cuenca, el estudio analizó geográficamente las potenciales zonas de desove, así como los patrones de similitud estructural del paisaje identificando 70 subcuencas en la cuenca del Madeira distribuidas en los ríos Beni (10), Mamoré (35) y Madre de Dios (25). Algunas de las zonas están relacionadas con la presencia de áreas protegidas y territorios indígenas, lo que es fundamental para su conservación, si bien es importante tomar en cuenta que los ríos constituyen límites naturales y que por ello no siempre está garantizada la protección de las poblaciones de peces.
La delimitación de estos espacios resulta clave para definir acciones de conservación de los peces migratorios, que aseguren la protección de los sitios de reproducción, así como el establecimiento de vedas y los acuerdos entre actores clave para el manejo sostenible de la pesca. “Estos hábitats particulares cumplen las exigencias de la especie para garantizar la fecundación después del desove y la supervivencia de la mayor cantidad de larvas y huevos”, explica Miranda.
El monitoreo de la pesca es una de las actividades que permite evaluar la situación de las poblaciones de peces y el uso de herramientas como Ictio (por pescadores e investigadores) podrá facilitar la obtención de información para especies como el dorado. Si su uso se amplía a las 22 zonas identificadas, y complementariamente se realizan estudios de ADN ambiental, ayudará a confirmar su presencia y a definir medidas que eviten que la especie se extinga en la cuenca.
Este estudio contó con el apoyo de Wildlife Conservation Society, Gordon and Betty Moore Foundation y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil.
Enlace al estudio:
https://editorial-inia.com/wp-content/uploads/2022/11/NHAC_027_Miranda_2022.pdf